La rutina es una gran traicionera, desalmada y arrogante que nos incita al odio y la desesperación, a comernos vivos con palabras hirientes en vez de comernos a besos poco a poco con pasión, recuerdo esos días tan increíbles que ya no volverán, donde soñábamos estar juntos para siempre y hasta el final.
El tiempo pasó y nos ha cobrado factura, la tensión rompió nuestros lazos llenándonos de amargura, las palabras hirientes entre las discusiones, dejaron huellas profundas de dolor punzante, que no puede remediarse por más que se intente.
Los dos fuimos traicioneros, infieles buscando comprensión, un poco de cariño y de calor humano que avivara la pasión, pero no la nuestra ya hecha cenizas, esa ya no tiene solución.
Hoy debemos separarnos, alejarnos para siempre de ésta vida hiriente, te deseo lo mejor pues no puedo odiarte, porque a pesar de todo lo acontecido, tuvimos nuestro momento y de eso no me arrepiento.
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