Me ha hecho mucha gracia lo del dulce porque recordé una experiencia personal. Estudiaba en la escuela primaria y conocí un dulce chicloso que llaman "melcocha", era artesanal, una barra delgada envuelta en papel celofán. Costaba una "locha", moneda que ya dejó de existir hace mucho tiempo. Esto era un octavo de bolívar. Mi mamá me daba una locha para que comparara algo en el receso. Yo le comenté de estas melcochas y le pedí más dinero para comprar y llevar para la casa. Lo que no ocurrió. Mi mamá me dio el bolívar y con él compré ocho melcochas que no pude evitar írmelas comiendo poco a poco en el transcurso de tiempo del receso a la hora de salida. Cuando llegué a la casa no hallaba cómo decirle a mi mamá que me había comido las ocho melcochas. Nunca olvidé eso.
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