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His last stop for the night. With thirty minutes to spare, from the corner of his eye, Jorge spotted a young woman's frantic gestures. She stood on the edge of the curb. Behind her, neon lights atop one of the local nightclubs flashed in unison.
Applying the blinker, he checked, then moved quickly into the right-hand lane.
No sooner had he stopped, the young woman, he guessed no older than twenty-five, stumbled as she stepped from the curb. He flipped open the back-door lock just as her hands flew toward the window to break her fall.
Her dress typical of a party goer. Waist-length bronze hair shimmered, exposing purple highlights. A bright, perky face with blushed a crimson rouge with lipstick to match. Her furrowed brow suggested a long night. Perhaps tired and upset that her efforts didn't bring in the anticipated rewards.
At least he hoped that was the situation in play.
A familiar spot, the lower West district. A hotbed for suspicious activity he'd come to recognize these past ten years. Of all the expressions displayed on the various clients' faces frequenting the strip, they faded into the background. Except perhaps for the obvious newcomers. Their motives for visiting were questionable. Their activities while there undoubtedly scrupulous.
Looking through the right side mirror, Jorge didn't anticipate what happened next.
From out of nowhere, a slightly older man dressed in black approached the young lady from behind and shoved her inside the car. Initially, Jorge thought nothing of it. Thinking the man was her companion from earlier in the evening and only desired to assist her entering the taxi.
She didn't protest as he pushed her deep inside the car toward the left passenger side, then entered himself and slammed the door hard. Avoiding the mirror, he stared at the outside activity.
Jorge didn't usually ask, and it wasn't his job. But he sensed a bit of information might be required later as he turned the radio even lower.
"Did you have a good evening, Ms...? And where to?" He hoped she was sober enough to understand his inquiry.
"The name's Jenna. And, it was on fire. I was turnt. Thanks for asking, sir." Her glossy eyes predicted the slurred words.
Jorge was now convinced Jenna was not a usual, just as he was convinced the man now sitting in the taxi didn't accompany her to the club.
"Too much information you're giving." The man continued his conversation, this time lowering his voice.
"Jenna, is your boyfriend traveling the same route as you? Jorge waited.
"He's not my boyfriend," she blurted quickly.
"You'd best be on your way, sir. The lady has an appointment." Jorge adjusted his mirror in the direction of the stranger.
"Take care of your business in the front. I've got this." The venom in the man's voice permeated the backseat air, but Jenna's reaction puzzled Jorge.
"He's not so bad once you get to know him," she exclaimed laughing before her voice trailed off. Confused, Jorge thought momentarily that his interpretation of their connection may have been incorrect.
Returning to his family after each nightly shift was Jorge's primary goal. Many contractors lost their livelihood and their lives entangling themselves in others' issues, sometimes caused by their own volition. But the face of his two teen daughters flooded his mind.
Jorge detected the slick, practiced, and persuasive words he'd become familiar with roll effortlessly off the grifter or hustler's tongue. The longer he talked, the scenario the man proposed wouldn't end well for unsuspecting Jenna. Jorge hoped she didn't already understand.
The tone of the stranger's coercive voice rose slightly, sending shivers through Jorge. Just as he thought.
From the backseat, for a moment, Jorge caught sight of a small, flat, shiny object flashing in the dark.
It was as if Jenna suddenly arose from a dream. Her loud intake of breath, scream, then shuffling of her hands and feet in an attempt to distance herself from the guy, startled Jorge. Was she placed under the influence earlier in the evening?
And why would someone act viciously in front of a witness? he thought.
Hitting the brake hard, the car stopped suddenly, jerking Jenna and the hustler forward. Jorge hated to take this drastic action, but didn't know if the man possessed another, more dangerous weapon and thought it was the only way to catch the him off guard.
Jorge dialed emergency, then jumped from the vehicle. He ran to the passenger side where Jenna sat and swung open the door. He jerked Jenna out of the passenger seat and directed her toward the walkway.
Passersby paused, trying to decide whether to intervene. Jorge yelled loudly into the crowd, "someone help us, I've called the police!"
The hustler pushed open the opposite side door and jumped out. Jorge didn't see him for few minutes until he stood up as if he'd fallen to the pavement. He then gathered himself quickly, crossed the street in the honking horns of oncoming traffic, and ran off in the opposite direction.
Jorge turned to Jenna who was now shaking and crying profusely. Streaks of rouge and mascara mixed with tears and drained down her face. He gathered her into his arms and tried to calm her.
"Everything will be alright now. He's gone. Authorities are on the way." Trying to reassure her, Jorge was again surprised when she backed away from him, shaking her head as though bringing the authorities into the situation was unwise.
Jorge took note and shook his head in return. He understood.
"I hope you wake up, Jenna, see through beyond this night, and perhaps choose an alternate lifestyle, else one day, God forbid, it may be your last ride."
La Propuesta
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Su última parada de la noche. Cuando aún le quedaban treinta minutos, Jorge percibió por el rabillo del ojo los gestos frenéticos de una joven. Estaba al borde de la acera. Detrás de ella, las luces de neón de uno de los clubes nocturnos de la zona parpadeaban al unísono.
Activa el intermitente, comprueba y se desplaza rápidamente al carril derecho.
Nada más detenerse, la joven, de unos veinticinco años, tropezó al bajar del bordillo. Abrió la cerradura de la puerta trasera justo cuando las manos de la joven se dirigían a la ventanilla para amortiguar la caída.
Su vestimenta era la típica de una fiestera. El pelo largo hasta la cintura, de color bronce, brillaba dejando al descubierto reflejos morados. Un rostro alegre y vivaz con un colorete carmesí y los labios pintados a juego. Su ceño fruncido sugería una larga noche. Tal vez cansada y disgustada porque sus esfuerzos no le habían reportado la recompensa esperada.
Al menos esperaba que esa fuera la situación.
Un lugar familiar, la parte baja del distrito Oeste. Un foco de actividad sospechosa que había llegado a reconocer en los últimos diez años. De todas las expresiones que aparecían en los rostros de los diversos clientes que frecuentaban la zona, todas pasaban a un segundo plano. Excepto, quizá, los recién llegados. Los motivos de su visita eran cuestionables. Sus actividades mientras estaban allí, sin duda, escrupulosas.
Mirando por el retrovisor derecho, Jorge no previó lo que sucedería a continuación.
De la nada, un hombre algo mayor vestido de negro se acercó a la joven por detrás y la empujó dentro del coche. Al principio, Jorge no le dio importancia. Pensó que el hombre era su compañero de antes y que sólo quería ayudarla a entrar en el taxi.
Ella no protestó mientras él la empujaba hacia el interior del coche, hacia el lado izquierdo del pasajero, y luego entró él y cerró la puerta con fuerza. Evitando el retrovisor, se quedó mirando la actividad exterior.
Jorge no solía preguntar, y no era su trabajo. Pero intuyó que más tarde podría necesitar un poco de información, y bajó aún más el volumen de la radio.
"¿Ha pasado una buena velada, señora...? ¿Y adónde?" Esperaba que estuviera lo suficientemente sobria como para entender su pregunta.
"Me llamo Jenna. Y, estaba ardiendo. Estaba girada. Gracias por preguntar, señor". Sus ojos brillantes predijeron las palabras arrastradas.
Jorge estaba ahora convencido de que Jenna no era una habitual, igual que estaba convencido de que el hombre que ahora estaba sentado en el taxi no la acompañó al club.
"Demasiada información estás dando". El hombre continuó su conversación, esta vez bajando la voz.
"Jenna, ¿viaja tu novio por la misma ruta que tú? Jorge esperó.
"No es mi novio", soltó ella rápidamente.
"Será mejor que siga su camino, señor. La señora tiene una cita". Jorge ajustó su espejo en dirección al desconocido.
"Ocúpese de sus asuntos delante. Yo me encargo". El veneno en la voz del hombre impregnó el aire del asiento trasero, pero la reacción de Jenna desconcertó a Jorge.
"No es tan malo una vez que lo conoces", exclamó riendo antes de que su voz se apagara. Confundido, Jorge pensó por un momento que su interpretación de su relación podía haber sido incorrecta.
Volver con su familia después de cada turno de noche era el principal objetivo de Jorge. Muchos contratistas perdían su sustento y sus vidas enredándose en problemas ajenos, a veces causados por su propia voluntad. Pero el rostro de sus dos hijas adolescentes inundó su mente.
Jorge detectó que las palabras hábiles, practicadas y persuasivas con las que se había familiarizado salían sin esfuerzo de la lengua del estafador o del timador. Cuanto más hablaba, el escenario que el hombre proponía no terminaría bien para la desprevenida Jenna. Jorge esperaba que ella no lo hubiera entendido ya.
El tono de la voz coercitiva del desconocido subió ligeramente, provocando escalofríos en Jorge. Justo lo que pensaba.
Desde el asiento trasero, por un momento, Jorge alcanzó a ver un objeto pequeño, plano y brillante que destellaba en la oscuridad.
Fue como si Jenna saliera de repente de un sueño. Su fuerte respiración entrecortada, su grito y el movimiento de manos y pies en un intento de distanciarse del tipo sobresaltaron a Jorge. ¿Había estado bajo los efectos del alcohol esa misma noche?
¿Y por qué alguien actuaría con saña delante de un testigo? pensó.
Pisando el freno con fuerza, el coche se detuvo de repente, empujando a Jenna y al chapero hacia delante. Jorge odiaba tener que tomar esa medida tan drástica, pero no sabía si el hombre poseía otra arma más peligrosa y pensó que era la única forma de pillarle desprevenido.
Jorge llamó a emergencias y saltó del vehículo. Corrió hacia el lado del copiloto, donde estaba Jenna, y abrió la puerta de un tirón. Sacó a Jenna del asiento del copiloto y la dirigió hacia la pasarela.
Los transeúntes se detuvieron para decidir si intervenían. Jorge gritó entre la multitud: "¡Que alguien nos ayude, he llamado a la policía!".
El buscavidas empujó la puerta lateral opuesta y salió de un salto. Jorge no lo vio durante unos minutos, hasta que se levantó como si hubiera caído al pavimento. Luego se recogió rápidamente, cruzó la calle entre los bocinazos del tráfico que circulaba en sentido contrario y salió corriendo en dirección contraria.
Jorge se volvió hacia Jenna, que ahora temblaba y lloraba profusamente. Las rayas de colorete y rímel se mezclaban con las lágrimas y se escurrían por su cara. La abrazó e intentó calmarla.
"Todo estará bien ahora. Se ha ido. Las autoridades están de camino". Intentando tranquilizarla, Jorge se sorprendió de nuevo cuando ella se apartó de él, sacudiendo la cabeza como si meter a las autoridades en la situación fuera poco prudente.
Jorge tomó nota y negó con la cabeza. Lo comprendió.
"Espero que despiertes, Jenna, que veas más allá de esta noche, y tal vez elijas un estilo de vida alternativo, o un día, Dios no lo quiera, puede ser tu último viaje".
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@mariannewest's Freewrite Writing Prompt Day 2125: wake up!.
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g) "Flames." What is Apophysis 2.09. https://flam3.com/
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